Tú que siempre me convidas
a ofrecerte lo que es mío,
tú que me invitas a darte
lo mejor que he recibido,
derrámame un poco
de tu luz y de tu sangre,
algo de ese amor eterno
en el que tú nos salvaste.
Ahora me veo a solas
ante un horizonte yerto,
pero sé que tú me esperas
al final de estos desiertos.
Sin embargo, oh Señor,
ni atisbo de tu poder
veo alrededor:
sólo mal y desnudez,
sólo clamor y amargura,
sólo muerte y orfandad.
Mas yo sé y estoy seguro
que al final tú triunfarás:
llegará glorioso el día
en que tu "Sí" al Padre
deslumbrará la creación
y se acabarán los males.
Alzarás tu voz
y renacerán los muertos
y estaremos de pie todos,
grandes y pequeños.
Dígnate, Señor de mi alma,
de cara a ese gran día
hacerme humilde y sencillo
para entrar por la salida
de esta angustia, de este espanto,
de esta soledad de muerte.
Dígante Salvador mío
a hacerme ver lo que puedes
y hallaré descanso en tu Corazón
simple como una paloma y fuerte como un león.
- Autor: Sebafel ( Offline)
- Publicado: 17 de mayo de 2018 a las 18:11
- Comentario del autor sobre el poema: Un poema transparente y sencillo. Me inspiré en los salmos de la Biblia. Ojalá sea de su agrado y me den buenas críticas. Saludos!
- Categoría: Religioso
- Lecturas: 14
- Usuarios favoritos de este poema: Shane Spielrein
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