Ninguna
Caminan con sus ojos mirando al firmamento
como si habitaran en otras dimensiones,
extraños colosos, erguidos, prepotentes,
dispersos por el mundo, vanidosos e incompletos,
jamás tendrán respuesta para los enigmas
que atosigan nuestras secretas venganzas.
Frecuentes y caprichosos vientos invaden
sus cabelleras flotantes como lianas desplegadas.
Sobre pequeños lagos y en los inmensos mares,
descargan sus zancadas de dioses desbocados
saltando de isla en isla, de ola en ola,
igual que turbulencias de algún país ignoto.
Sobre las cordilleras su gran tronco de barro
descansa orgulloso como si los valles fuesen
oscuras bocas vacías.
Sus toscas extremidades sin ternura
cuelgan como ramas carcomidas
por la lluvia y el Sol en simas y nevados,
hundiendo malolientes sus pezuñas
hasta el fondo de las aguas torrentosas.
Entes monstruosos, caminantes que parecen
una oxidada escoria,
van y vienen con insólito misterio
por cada uno de los parajes terrestres.
¿Serán acaso el inconsciente colectivo?
Nada sabemos... por exceso de nuestra fantasía.
En cualquier sitio, diligentes y expectantes
tendrán acorralado nuestro cerebro inane.
Talvez con sus tatuajes y orejas deformadas
quieran decirnos algo de sus odiosas vidas,
con sus grandes sombreros como nubes
que cubren extensas superficies.
Ningún explorador de mar o tierra
ha explicado algo que cuadre a los intrusos.
Hasta siempre seguirán por los caminos
con sus ojos mirando al firmamento:
Uno que conduce por ciencias rigurosas
y otro que mantiene perpetua incertidumbre,
pues nunca nuestros sueños habían crecido tanto.
Comentarios1
Y callan lo que ningun Bardo pudo:
matar a un árbol escribiendo.
Gracias amigo por tu comentario.
Recibe un cordial saludo.
Y tu: un fuerte abrazo.
Y tu: un fuerte árbol.
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