Yo era un rio solitario.
Piedras filosas del lecho,
herían y se ensañaban
con mi piel de rio seco.
Exague, con manar lento
yo surcaba el curso exiguo
arriesgando en cada salto
el total agotamiento.
Hasta que llegaste tú,
río raudo fluir recio,
a prestar a mis caudales
el brío creído muerto.
Y desde que que confluímos,
tú fogoso,yo río seco,
corremos en remolinos
hacia el mar ,que es nuestro puerto.
- Autor: Yvette Nino ( Offline)
- Publicado: 19 de mayo de 2018 a las 16:48
- Categoría: Amor
- Lecturas: 71
- Usuarios favoritos de este poema: Amalia Lateano
Comentarios3
Bello poema. Saludos.
Muy bonito, encontrar un río hermano que te acompañe al mar.
Solo espero que ese viaje al mar sea divertido y hermoso hasta la desembocadura. Y qué tarde muchos años.
Saludos Ivette.
Gracias por tus buenos deseos. Por el momento es así felices navegantes desde hace 25 años. La llegada al mar es inevitable. Disfrutamos de nuestro presente
Magistral en su contenido poético esta inspiración, mi querida amiga cariños
Amalia
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.