Ven Conmigo

¿Sabes dónde estás?

Camina por el corredor desierto,
Amiga mía por el pasillo del desvelo,
Guía a mano firme la calidez de un sentimiento,
Que se pierde y se reforma al compás de mi soneto.

Termina pues de escribir tu verso,
Deslinda la tutela de mi escribir adverso,
Déjame mostrarte como la punta de una pluma,
Puede cantarte, recitarte, tomarte y dibujarte
Y con el arte de un suspiro y una nota, amarte.

Quédate conmigo,
¿Aún no sabes dónde estás?
Te presento mi mundo,
Mi orgullo más profundo,
Déjame mostrarte una vez más,
Lo que alberga mi alma,
Y el océano, que en ella habita.


Gemela de la música clásica,
Ven conmigo,
Muéstrame tus partituras,
Cántame hasta quedar dormidos,
Apóyate en mí como el atril de tu piano
Y juguemos al son de la canción más bella.

Las estrellas nos miran con cautela,
¿Seguirás escondiendo tu presencia?
Tu llanto encubres de su mirada,
Esperando que entre nubes y destellos,
La lluvia disfrace tus crudas penas.

Pero ven conmigo,
Te mostraré un mundo nuevo,
La tristeza y el dolor tendrán consuelo,
Ven conmigo entre blancas y corcheas,
Para calmar el mundo con un sol y un estribillo. 

Un gis pintará la tarde de tus mañanas,
Todas ellas acompañadas con la guitarra,
Entre cambios, un violín te mandará a la cama,
Los contrabajos abundarán tus sueños 
Y entre el piano y las trompetas,
Se formará tu primera gran orquesta.

Ven conmigo amiga mía,
Aquella que no es amante del día,
Aquella de quien la noche, siempre será su guía.

Y las tardes parecerán años,
Los días parecerán siglos,
Los meses milenios
Y entre tu gemela y tus manos,
Se consumirán canciones en la eternidad duradera.

Cantemos juntos sinfonías diversas,
Saltemos de género en subgénero,
Interpretemos entre tenor y soprano,
Lo que en el fondo seguimos dudando,
La pasión que tantos años hemos ido guardando.


Aguarda entonces y ven conmigo,
No necesitas un vestido lindo,
Acompáñame y perdamos juntos,
La soledad de un mundo, 
Que nos ha cambiado a todos. 

Ven conmigo,
No,
Iré contigo.

Ahora, ¿Sabes dónde estás?