Lo maté dos veces ese día, ya muerto me miraba y me decía: serás un hada, un hada blanca... ¡sin culpa, sin juicio!
Cuando lo maté nuevamente, en la penumbra donde su aliento languidecía, en la penumbra entre la muerte y la vida esa que llamamos agonía... alzó la vista y me dijo: bella hada sin camino a casa, sin camino a ningún lado.
Entonces quedó a mis pies y le cerré los ojos con las manos aún frías, pasaron cuatro lunas sobre aquel cuerpo sin sepultura, lo miraba irse entre vapores nauseabundos y famélicos gusanos, mientras tanto yo iniciaba mi metamorfosis y de pronto sentada frente a él lo miraba sin culpa, sin odio, sin llanto, veía los pequeños depredadores entrar y salir suavemente entre las cuencas de sus ojos y ya no recordé la última vez que esos ojos insolentes me miraron sin amor.
Estaba sentada frente aquella mortaja sin alma y algo en el interior me lavó la sangre de las manos, que hacían malabares de arriba a abajo sin conexión con la lógica, me lavó la sangre de la memoria, sólo un eco glorioso tiraba chispazos de paz ...diciéndome él no tenía alma.
Al sexto día, la putrefacción de su cuerpo ya estaba impregnada en el mío y yo seguía balanceándome frente aquellos informes miembros viéndolos irse, alejarse para siempre, de pronto ya no tenía miedo, ya no me dolía nada, ya nada dentro mío estaba adolorido... no recordaba cuando fue la última vez que aquellas piernas me azotaron o aquellas manos cayeron sobre mí sin tregua, sin remordimiento, ya no podía odiarlo, ya no tenía a quien odiar.
Fue el sábado, si el sábado siguiente a sus muertes que entraron ellos y al ver la escena me hablaron, me hicieron preguntas, tomaron fotografías y me llevaron a un sitio muy frío, insistieron en preguntas pero para ese momento ya yo no tenía voz, iba a ser un hada, un hada blanca.
Después me dijeron que íbamos a casa y entramos por los pasillos de aquella colmena de hadas, que iban muy lento de aquí para allá, escuché un ruido extraño sobre mi cabeza y una caricia muy fría, luego mi cabello fue cayendo al piso, estaba transformándome en un hada, me quitaron toda la ropa mundana y me colocaron mi piel de hada, era blanca!!!
- Autor: la flaca (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 25 de mayo de 2018 a las 01:13
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 86
- Usuarios favoritos de este poema: Dreamss, Bienvenidos, Amalia Lateano
Comentarios1
Queéinmenso placer siente mi corazón
al leer tan bellas palabras concatenadas en el surrealismo.
Besos
Amalia
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