El Sol miró de soslayo.
La Luna cerró los ojos.
La sombra parpadeaba,
oscureciendo a su antojo.
En la penumbra se acoplan,
los obedientes lacayos.
Mientras la verdad camina,
por senderos de rastrojos.
Despierta la bella aurora,
desplegando sus andares.
Cruza campos y manglares,
a la vida señalando.
Mientra sigue iluminando,
los recónditos lugares.
Arrebata los oscuros.
Se alimenta de los grises.
Va rindiendo pleitesía,
a sus hermanas las luces.
Bocado que no termina.
Dentellada que no acaba.
En la sutil madrugada.
Devora el tiempo los sueños,
que sin tiempo se acomodan.
Deambulando los recuerdos,
por las negras pesadillas.
Luces y sombras bailando,
como meigas en la orilla,
de sus ardientes deseos.
Pliega las alas la brisa.
El viento se torna chicha.
De sus pétalos la flor,
en su tallo se arrodilla.
Rondan gráciles ardillas,
de rama en rama saltando.
Y pululan las polillas,
en las farolas zumbando.
Verdes los campos sonríen,
mientras cantan los canarios.
Lentamente se acurrucan,
las voces que van cantando.
El Sol miró de soslayo.
La Luna cerró los ojos.
El Hombre cruzó los brazos.
Y en la sombra de sus ganas,
la luz despertó flotando.
A. L.
http://alupego.blogspot.es/2
- Autor: alupego (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 30 de mayo de 2018 a las 06:05
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 19
Comentarios1
Hermoso poema, Alupego...Un cordial saludo.
Me alegro que te guste. Gracias, Ingrid.
Saludos cordiales.
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