Toda noche de invierno, con menos de 7ºC son para mi, pequeñas muertes.
El día culmina mas temprano, la noche se hace presente rápido.
La bravía soledad se hace notar mas de lo normal, la fiel ansiedad se instala
para el pecho abrigar. Pero ¿qué siento? ¿melancolía, tristeza, presencia del fin, temor?
Cierro los ojos, los abro, veo todo desconocido. La rutina agobia mi mente, el paso del
tiempo la entristece, la noche de invierno la liquída.
Acostado pasando la noche de invierno veo a la vida como encapsulada, en una esfera
y veo mi mundo encerrado, preso de algo, que debe ser del clima. En cambio en noches
de verano, lo veo libre, infinito ¡y como amo la libertad!. La angustia vuelve.. pero sigo
pensando (cual masoquista).
Me protegen tres frazadas, me abrigan y me hacen sentir exonerado de cualquier
hecho que me puedo ocurrir (como si tres pedazos de lana y algodón sean capaces
de impedir algún mal) aunque eso me hace falto de libertad. Continúo lidiando
con los fantasmas de mi interior, y buscando comprender por qué están acá, ¿soy
yo el que los trajo? ¿soy yo el que decide que me sigan habitando? Voy a cerrar los
ojos y dormitar, porque mañana al amanecer me espera la resurreción de todos los días.
- Autor: Nicolas Lemes ( Offline)
- Publicado: 5 de junio de 2018 a las 19:19
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 12
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