Una estrella fugaz cerro el negocio de los sueños
y un sol que descendía apuñalo mi rojo cielo,
sin luna que lo salve porque no salió de nuevo
por tanto enamorado que quiso bajarla al suelo.
Viendo amores de cometas cada cuatrocientos años
que se estrellan en la tierra de planetas tan huraños,
que se aferran a recuerdos, que no dejan ir el daño,
que por su propio peso ahora colapsan en su engaño.
El cadáver nebuloso de una estrella ya sin brillo
va opacando por envidia los colores amarillos
de una estela de esperanza tan tenue como un cerillo,
presagiando un buen futuro o talvez ruinas de un castillo.
Los astrónomos me cuentan que se expande el cielo azul
porque estamos tan distantes que abrazar ya no es común.
Entre mi beso y tu frente son doscientos años luz.
Ya no distingo el polo sur de tu corazón de iglú.
Con pasión sueño despierto que me vuelvo súper nova
que me fundo en unos versos donde la única que llora
es la luna entristecida convertida en una loba
aullando por el recuerdo del que, al verla, se enamora.
- Autor: El Mochuelo de Minerva (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 7 de junio de 2018 a las 18:53
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 21
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