¡Qué diminuta es la vida!
¡Qué incomprensible!
¡Qué ajena!
¡Pensar que amé tanto
con ojos de niña
asombrados!
Y hoy que mido
el tiempo transcurrido,
y penetro
en este enorme pensamiento
que es la vida,
me hastío
de este quebranto
y contemplo con ojos viejos,
la inmensidad
de este misterio.
Y me pregunto
llorando quedo,
¿para qué vivo?
Y porque amarte
es mi más perseverante
secreto;
ausculto tu mirar
distante, sereno...
Y recostando
mi rostro reflexivo,
surcado de años,
te pienso....
Y resignadamente
entiendo
para qué vivo.
Ingrid Zetterberg
Dedicado a mi Señor Jesucristo
De mi poemario:
"Ciento cincuenta poemas del alma"
Derechos reservados
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- Autor: Ingrid Zetterberg B. ( Offline)
- Publicado: 14 de junio de 2018 a las 02:50
- Categoría: Espiritual
- Lecturas: 58
- Usuarios favoritos de este poema: María C., Jorge Horacio Richino, Ana Maria Germanas, Hugo Emilio Ocanto
Comentarios5
Al final del poema has descubierto el significado de tu vivir!!
Y siendo así, amando a tu Señor Jesucristo --sin duda-- ha de valer la pena!!
Preciosas letras magníficamente hilvanadas en estos versos de tenor espiritual!!
Mis felicitaciones junto a un cordial y sincero abrazo!!!
Claro, amigo querido, gracias....es verdad...él es mi razón de vivir, mi esperanza....en Jesucristo me refugio y él sana todas mis aflicciones. Gracias por apreciar mis letras. Un abrazo grande.
simplemente excelente!!!! gran poema, grandes lineas de gran profundidad,
Saludos cordiales
Gracias Orlando por visitar mis versos y dejarme tan grata respuesta. Un cordial saludo.
La fe Ingrid, dilucida tantas cosas, y el misterio de la vida, con ella deja de ser misterio, porque se aclara en la profundidad del amor.-
Bellisimo tu poema.-
Un gran abrazo.-
Gracias mi estimada Ana Maria por recorrer mis versos y dejarme tan hermosa respuesta. Un abrazo grande.
Amas a Jesucristo... tanto como lo amo yo, Ingrid.
Gracias por compartir tanta belleza espiritual, amiga.
Un sentido abrazo fraterno.
¡Qué lindo saber que amas al Señor, mi estimado Hugo Emilio! Gracias por asomarte al rincón de mis versos y dejarme tan grata huella. Un abrazo fraternal.
Así es, cuando se está en la juventud las cosas, como es la fe de creer en Dios, uno no está muy apegado. Pero los años hacen reflexionar y el corazón se fortalece con la fe y la creencia absoluta de que nada es posible sin Dios y que hay que acogerse a su voluntad. Un fuerte abrazo.
Así es mi estimada Lidia...muy lindas las palabras que me dices, pues veo que tienes una fe muy fuerte y hermosa. Gracias por asomarte a mis versos y apreciarlos. Un abrazo.
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