A través del vidrio, la ciudad late
con sus propias urgencias
personas y vehículos
mueven sus destinos.
En tanto una paloma
parada en la cornisa, mira
como un suicida inminente
que calcula el salto final.
Apuro el café
y cuidadosamente miro
quizá por última vez
la ciudad... y mi vida.
............
Como esa paloma
parado en la cornisa
como un suicida
miro a la gente llevar sus destinos.
El vértigo, invade mi razón
y me aferro al espanto
a la fuerza de vivir
a esa paloma, que regresa.
A mi lado, me mira
y los dos miramos
a la gente, abajo
cada una con su sombra.
Arriba un cielo...
sin nubes, azul
infinito de medidas
fuera de escalas.
La paloma me abandona
con seco ruido de alas
y yo regreso
a tomar otro café.
- Autor: Esteban Couceyro (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 17 de junio de 2018 a las 11:43
- Categoría: Surrealista
- Lecturas: 35
- Usuarios favoritos de este poema: Texi
Comentarios1
Amar no es un terminó fácil de definir. Para cada individuo el amor es diferente. Pero demostrar el sentimiento es algo de todos los días, no de una fecha impuesta.
Lo mismo pasa con el café, para muchos, iniciar el día sin una taza es, a veces, casi imposible.
Elegí la distancia para escribir, la noche para el café, el frío para no salir, y tus recuerdos para poder volver.
Es así estimado Franklin, en este caso el café, es el punto de inicio y regreso, de ese viaje que el personaje hace en búsqueda de sus propias respuestas.
Un abrazo desde esta tierra sureña.
Esteban
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