El manzano estå adolorido.
La brisa veraniega lo empuja, y el viejo manzano
suelta un quejido lastimero.
Enhiesto, como un soldado en el Palacio de Buckingham,
apenas se mueve su rala cabellera manchada de negro por el tiempo.
Los manzanos jóvenes regalan a la vista manzanas tiernas
como regalos navideños.
La brisa veraniega vuelve con velocidad, y
el viejo manzano deja escuchar su quejido quejumbroso.
Así somos cuando llegamos a viejos: la queja por el dolor
se hace frecuente y se acentúa.
Y así, como el viejo manzano estaremos hasta que las cåscaras
de nuestra piel nos digan adiós.
- Autor: Pablo Rilke. (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 17 de junio de 2018 a las 23:39
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 8
- Usuarios favoritos de este poema: Ingrid Zetterberg B.
Comentarios1
Muy hermoso este poema, ....Tibaldo...me encantó esa comparación que haces entre el manzano y la ancianidad del ser humano....Felicito tus letras y te dejo mi saludo.
Muchas gracias poeta Ingrid Zetterberg B. Saludos desde Maracaibo-Venezuela.
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