Hablaban los corazones.
Se abrazaban los cuerpos.
La mente se quedaba a un lado y,
en silencio, era testigo del encuentro.
Cada gesto era un latido.
Una raiz que abrazaba la tierra.
Y daba fruto, del mismo se alimentaban.
Esa comunión de dos almas.
Danza invisible que baila la carne.
- Autor: mensana (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 22 de junio de 2018 a las 20:33
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 10
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