Astillas que respiran bajo
la piel...
Golpeó con fuerza la rodilla de mármol recién terminada.
Tan perfecta concebía la obra que se sentaba enfrente que
le imploró -le exigió- el habla. Era lo único que alejaba
de la perfección tal muestra de genio.
Su rostro era un escorzo de rabia y rencor.
La escultura insistía en su sordera.
El grito de impotencia hirió el coro de ángeles.
No cejaba en su empeño.
El cielo se le hizo hiato.
La muralla de su fe se resquebrajaba ante la duda.
Tanto fue así que el caballo de Pablo, que con firmeza llevaba
de las riendas, se le desbocó para casi perderse.
El mito que la piedra dibujaba le volvía la espalda.
Pero la constancia dio su fruto.
Moisés se levanto...
Se fue sin decir esta boca es mía.
- Autor: Albertín (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 23 de junio de 2018 a las 16:20
- Comentario del autor sobre el poema: Si pedimos imposibles conseguiremos algo más de lo que cabe esperar.
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 30
- Usuarios favoritos de este poema: Ana Maria Germanas
Comentarios2
Típico de las estatuas vivientes.
Un abrazo amigo poeta
Otro para ti querido Tokki.
Alberto,
cuantas cosas, nos trasmiten estas magnificas esculturas ...., a veces llegan a ensordecer los sentidos...
Pero, en este tu excelente relato, tuvo un desenlace inesperado, una suerte de milagroso resultado, que aun siendolo, no resulto el esperado.-
Aqui, hasta la estatua se rebelo, ante la exigencia ...., cierto, deberiamos preveer, que lo mposible, se puede tornar impredecible....
Buenisima moraleja .-
Te dejo un cariñoso saludo.-
Otro para ti Anna. Te mando además un beso bien grande- con tu permiso, claro-
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.