Macondo.
El otro día por tener una mala vida me sentía agobiado, por los pesares los recuerdos y los sueños rotos me sentía muy extenuado, diminuto y apagado.
No pude soportarlo más y empecé un viaje a ningún lado, me fui lejos baje por la espina dorsal del mundo como si fuera la espina dorsal de mi herida –tú-, ambas son la más hermosa vista que haya visto jamás. Aunque quise quedarme en muchos sitios mis pies nomás no pude controlar.
Ya ni tenía dolores casi apenas y memoria cuando pensando en nada me llego un olor a tierra, agua, sangre y a sal de lágrimas, seguí un camino de hormigas color fuego. Me recibieron casitas azules y un par de rotos almendros.
Cuando pude sentir que de mí un hechizo se apoderaba. Me topé con ancianos muy ancianos que sobre gitanos, guerra y hielo balbuceaban, y gente linda de cuerpo y alma que tenían la seguridad de no desear nada. En todos lados se sentía algo vivo que me causo el deseo de buscar fantasmas con amor y profundo respeto.
Ese pueblo de piedras pulidas, blancas y enormes me transformó y aquí si por siempre, que no es mucho, me quedaré.
- Autor: Pepe Golpe (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 24 de junio de 2018 a las 02:43
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 13
Comentarios1
Todo mundo tiene su Macondo a dónde refugiarse de las locuras de este mundo moderno, y tiene también su Ítaca a donde retornar a escribir sus tenaces aventuras en un cuaderno
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