Él la vió sentada.
No esperaba a nadie,
pero tenia ganas
de estar esperando
a alguien o algo.
Él estaba igual.
Pero aparentaba
no importarle
su situación.
Tal para cuál:
dos máscaras
esperando un susurro
que sople y golpee.
Tomaron un café.
Pidieron un tostado
que accidentalmente
vino en forma de corazón.
Fue todo risas.
Pero ambos le huían a la
creencia de dioses
y señales estúpidas.
Hablaron.
Ambos sabian hablar
en su propio idioma
sin necesidad de
decodificar
ni el más mínimo sentido.
Y el café se volvió rutina.
Las risas también.
Los llantos también.
Las penas también.
Que vértigo la rutina de a dos.
- Autor: Alcionico ( Offline)
- Publicado: 24 de junio de 2018 a las 12:30
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 90
- Usuarios favoritos de este poema: Diego Nicolás García Contreras
Comentarios1
Muy Bueno;
“El mejor aliado en nuestros locos desvelos y despertares sigue siendo esa insustituible bebida, objeto de tantas pasiones y fuente tal de inspiración.”
“Que no falte un beso que cause temblor, que no falte una caricia que produzca calor, que no falten en tu vida: un café, un libro y un amor.”
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