El corazón se desnuda.
La cuchillada asesina,
le atraviesa sin pudor.
Un rictus señala el cambio.
Se demuda la expresión.
Y una lágrima sin duda,
emerge del interior.
Libres los ojos observan.
Como luceros colgados,
mirando hacia el infinito.
Intérpretes de lo bello.
Vigías de lo maligno.
Audaces algunas veces.
O casualmente tímidos.
Vehículos de la pena.
Reflejos de lo vivido.
O divertidas luciérnagas,
infantiles como niños.
Contenedores de lágrimas,
a punto de ser fluidos.
El miedo va conquistando.
Un virus que parasita.
Una incansable termita,
horadando el corazón.
Las garras que paralizan,
como el grillete al ladrón.
La soga que va apretando,
el cuello sin compasión.
Reflejo del miedo son.
Esos ojos que se agrandan,
presos en el estupor.
La sangre bombea deprisa.
Tiene prisa por latir.
En el ansia de vivir,
aumenta su letanía.
Cada golpe al corazón.
Es un martillo pilón.
Un cincel que va esculpiendo,
cada brizna en su agonía
Una razón de vivir.
O el sentido de la vida.
Viajeros los ojos son.
Que a veces rozando ven,
con los dedos del destino.
O el aliento transmitido.
Un contacto consentido,
que adivina el corazón.
Un agradable sonido,
revelando la intención.
Un generoso latido,
albergando la emoción.
A. L.
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- Autor: alupego (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 26 de junio de 2018 a las 04:29
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 23
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