En aquella casa,
y en aquella calle,
nacimos un día
y tres de la tarde,
el mes de septiembre
me dijo mi madre,
sin lluvia en el cielo,
de forma brillante,
hoy otro verano
me tiene en la cárcel
por culpa del tiempo,
reúma y edades,
y así va pasando
la sombra del ángel,
que dicta, que dice,
que estamos de viaje...
Y en aquella casa
dejé los retales,
quedaron los miedos
y eternas saudades,
también mariposas
preciosas y suaves
y algunas violetas
con lindos mensajes:
"te quiero", -decían-,
"prosigue adelante,
no temas, mi cielo,
te entrego mi sangre";
palabras, palabras,
montones de frases,
y en ellas silencios,
cargados de hambre...
"...En aquella casa
con alma tan grande
viví muchos sueños
y fue en un instante..."
Rafael Sánchez Ortega ©
23/06/18
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