Un pueblo sin amor y sin color,
uno de esos fáciles de habitar.
Al cuál fueron llegando hojas recién desvanecidas,
poco escritas y en ruinas;
por los soplos de un corazón dolido, insensato, con capacidad nula de visualizar la realidad.
Porque en ese pueblo, gris y ruin, solo se necesitan dos hojas para entrar: ser desterrado, o buscar serlo.
y en el mundo de aquel pueblo ver la realidad teñida de fantasía era suficiente
para ser la hoja perdida o el escritor desterrado.
Comentarios2
Muy hermoso lo disfrute.
Un abrazo.
Muy intenso lo que has plasmado, y te doy con retraso la bienvenida al jardín poético.
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