Cuando decidí quererte,
la inercia había tocado mi palpitante corazón.
Me llamaba a su jolgorio
de besos gélidos y caricias inerte.
El simulacro de enamorarme no tenía razón
todo me parecía vano y transitorio.
El traje mortuorio de otro amor
yacía sobre la fría lapida.
Las campanas repicaban dolor,
los cirios lloraban a la intrépida.
El augusto y valeroso enamorado
ausente de deseo y magnánimo
con templanza en avatares lo había dado
todo. Exhausto moría sin ánimo.
Este verano es mas frio de lo habitual
me abrazan sus espadas hondamente.
Son días en que todo me da igual
yendo tras tus recuerdos como un demente.
El tiempo lo empolva todo
La vieja casa, el viejo molino.
Han quedado los zapatos rotos con lodo
Y el tocadiscos que era el trino.
Has pasado de ser la señorita
a convertirte en la señora
y aunque no estés para cita
tus carnes siguen siendo pólvora.
Me decanto en el bucle de tus cabellos
y quiero hacer trizas los protocolos
no importa que no estemos solos
mi arrebato es besarte. Allá ellos.
Dirán que soy un libidinoso
que junte deseos con rezos.
Siempre he sido hombre amoroso
que del amor conozco sus aderezos.
Y si por quererte he de pecar
que el cielo juzgue mi amar;
no siempre en las historias de amor
debe morir el ardiente ruiseñor.
- Autor: Kleber Exkart ( Offline)
- Publicado: 27 de junio de 2018 a las 11:09
- Categoría: Amor
- Lecturas: 30
- Usuarios favoritos de este poema: Marcela Miranda Rodríguez
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