Ya hemos probado las distintas
drogas que existen
para tomarnos un descanso
de nosotros mismos.
Ya le hemos echado la culpa
a la suerte, a un Dios,
a nuestros propios padres...
Meditemos sobre el amplio
mundo celeste
que la tierra nos ofrece.
Un abanico de posibilidades
con experiencias aguardando
a que despabilemos.
¿De que sirve quejarse
sobre un pasado imposible de
trocar?
Agarra tu corazón y
devuelvelo a esa
caja torácica
en donde deberia
estar.
Que las arañas
que tejian allí
se ahuyenten
con el ritmo
del porvenir.
Como diría aquél poeta:
"El futuro es incierto y
el final está siempre cerca".
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