Andando iba el miedo, cuando el ajimez se abrió y con grande malicia ahí se alojó.
Halló una casita con aires de amor, esperando llegada de un afable patrón.
Esta es la mía, vociferó el miedo mirando el reloj, minutos de ahogo, ganoso dolor.
Sacó una pala y un hoyo cavó, sembró las semillas de acerbo sabor.
Funesta sementera, cuánto terror.
La víctima llora, tumbada en horror.
He culminado, dice el maldito, y huye por trillo el proficuo martirio.
Ávido de vientos que expongan su caza.
Anhelante de alientos; de nueva labranza.
- Autor: Ana Víquez ( Offline)
- Publicado: 5 de julio de 2018 a las 02:29
- Categoría: Triste
- Lecturas: 51
- Usuarios favoritos de este poema: Dreamss
Comentarios2
Bravoo =)
Hey, gracias 🙂 🙂 🙂
Buen comienzo...El miedo tiene el recipiente que lo contiene hasta que logra escurrirse por secreto de otros que se imponen en la orilla del que esconde alguna mueca pegajosa.
Gracias, Migreriana.
La estuve leyendo, lo hace muy bien.
Todos los días salen nuevos miedos, o no sé si será que se cambia de ropa. Pero a veces se logra ir entre muecas de risas.
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