Durante el ocaso que presencio, traspasando las nubes esponjosas de acuarela.
Se encuentran escondidas mis memorias.
Tapando de las hojas que cubren como un manto el suelo,
las raíces enlazadas de dos vidas.
E incluso en un vaivén de sueños, como ramitas que danzan conmigo al viento,
la felicidad entera se avalancha con sólo cerrar mis ojos y sentir. Revivir el tiempo.
Sentir el sabor de unos labios que son míos,
pero en distinta boca, lejana.
¡Oh tan distante!
El calor de unos brazos vistos sólo mientras duermo.
Que me arropan de cualquier fiero invierno.
Gustar de la mirada penetrante y dulce, amada.
Traspasando todas las barreras puestas por el hombre.
Y el palpitar incansable de un rubí, que en lo profundo, hermoso brilla.
Vive.
Pero volteo y el espacio está vacío.
Suspiro y llamo... ya no está en el cielo.
Es cuando digo al firmamento,
¿Cuando volverás, sol amado?
- Autor: M. Pérez (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 7 de julio de 2018 a las 22:15
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 40
- Usuarios favoritos de este poema: Servio Pineda, Sami Härkönen, Shane Spielrein
Comentarios2
Cuando el amor es intenso se anhela cosas prodigiosas con el ser amado pero a veces no pasan de ser meras ilusiones.
Hermosas letras excelente poetisa, En verdad muy lindo.
Con cariño
JAVIER
O a veces es porque se encuentran en dos puntos muy distantes.
Muchas gracias Javier por la lectura y por el halago.
Un afectuoso abrazo.
El sol siempre estará ahí
Solo hay que levantar el rostro
Para volverlo a ver
Saludos poeta
Es cierto, el sol siempre está.
Pues lo que cambia es nuestra percepción.
Gracias por leer y comentar compañero.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.