Iba sin rumbo, como si el viento me guiase a penas iba, sentía el peso de mi cuerpo con cada paso que daba, me sentí una prisionera del cansancio, de a poco se me derribaba la vida.
los rayos solares me arrebatan lo poco de melanina que enriquecía mi piel, estaba sedienta pero a la vez como si me fuese a ahogar con cada gota que se desprendía de mis poros.
por más que caminaba no llegaba a mi destino como si lo estuviera haciendo en círculos, la inercia cada vez se hacía más presente.
Tenía la frente bien alta, la visión nebulosa pero mismo así persistí, no decaí aunque físicamente ya lo estaba por hacer, con proezas por delante.
Tacitamente esperaba un milagro y se me concedió, al fin un fin.
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