¡NOCTURNO!
Mujer ya no llores más / sobre ese féretro triste,
que no te podrá escuchar / el alma del hombre amado;
voló arriba a las alturas / aquí abajo ya no existe,
dejó de ser cuerpo opaco / ahora va iluminado.
Con seco pino vestido / inerte el barro descansa,
se fuerte bella criatura / supera pronto la pena,
pues va gozando la dicha / que un buen espíritu alcanza.
Disfruta con las estrellas / en noche de luna llena.
Difícil para el humano / resulta el último viaje,
el día menos pensado / nos llega a todos el turno;
mejor estar preparados / y sin ningún equipaje,
yo quiero a mí me despidan / las notas de un buen nocturno.
Las flores lucen mejor / dispuestas en los jarrones,
después que yo haya partido / quedad vosotros tranquilos;
me basta que me llevéis / pegado a los corazones,
nos atan y para siempre / los más irrompibles hilos.
JAIME IGNACIO JARAMILLO CORRALES
Condorandino.
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Autor:
Condorandino (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 11 de julio de 2018 a las 19:41
- Comentario del autor sobre el poema: Versos hexadecasílabos, pero, por encima del género métrico, con su medida exigente y cadencia particular, rima perfecta y consonante, me importa es su contenido y mensaje. La forma, como per se queda dicho, es un refuerzo de belleza, más no la esencia del poema. Condorandino.
- Categoría: Triste
- Lecturas: 24
- Usuarios favoritos de este poema: Ana Maria Germanas
Offline)
Comentarios1
Lindo poema sobre la muerte que no es mas que una despedida temporal.
Saludos,
Zerimar Salazar
Apreciada poeta y amiga, Zerimar Salazar, gracias por acercarte hasta mi puerto y entrar en la médula de mis versos, dejando sobre los mismos la esencia de tu ilustración.
Un abrazo de este tu amigo por siempre.
Jaime Ignacio
Condorandino
Me hace muy feliz que un poeta y escritor tan talentoso me llame poeta y amiga pero solo soy un ser sensible que ama escribir lo que siente. Mi amistad es tuya y después de leer Poeta de casta! soy una de tus fans. No se porque pero me trajo el dulce recuerdo de mi querido José Hernández en el Martín Fierro.
Un abrazo también,
Zerimar Salazar
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