En cierta oportunidad tuve que enviar a un lugar lejano, una caja con libros. Era pesada, y por la incomodidad para cargarla y la pérdida de tiempo, decidí llamar a una de esas empresas que transportan encomiendas a lo largo del país; el precio, establecido según el peso, era alto, pero el servicio lo justificaba. Levanté el te-léfono, me comuniqué con la sucursal local, y solicité que vinieran a recogerla. La chica que me atendió me pidió que esperara en la entrada de mi casa, provisto de dinero en efectivo para efectuar el pago del flete.
A la hora concertada, llegaron para llevarse mi encargo, pero tenían un problema: la balanza que llevaban estaba descompuesta. Se me encendió la lamparita y les propuse que fuéramos al corralón situado a media cuadra de distancia, y pedir que nos permitieran utilizar la imponente báscula para camiones, que se encontraba en el patio.
Subieron con el camión a la plataforma, e hicieron un pesaje previo; colocaron el paquete sobre el contenedor, y se dispusieron a hacer el pesaje final. En ese momento un perro vagabundo de regular tamaño subió al improvisado escenario y se dispuso a dejar su firma en uno de los neumáticos, pero el conductor lo ahuyentó antes de que cumpliera con sus húmedos propósitos. Lentamente y con malas ganas, el can bajó del tablado, y desapareció por detrás del vehículo. El paso siguiente fue cosa de segundos; mi encomienda fue pesada con gran exactitud, pagué, me dieron el recibo, y rápidamente viajaron.
Salí caminando hacia mi casa, contento de haber concretado el despacho, pero antes dirigí la vista hacia la báscula: sobre ella, en el lado opuesto a la parte donde estuvo el camión, bajo un tibio sol de primavera, seguía dormitando el perro vagabundo, ignorante de su participación activa en el pesaje y en el monto del envío.
De mi libro "Cuentos reservados"
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- Autor: Walter Luis (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 15 de junio de 2010 a las 00:27
- Categoría: Humor
- Lecturas: 275
Comentarios13
Ni modo Luis, cosas de la vida. Felicidades, muy bueno, aunque algo húmedo. Saludos.
Luis.
JA JA JA
TE SALIO UN PAQUETE LA ENCOMIENDA.JA JA JA
TE FELICITO
ABRAZO GRANDE
muy bueno , que perro tan metiche, jajajajaj
besos.
Muy bueno tu cuento narrativo, que pena que el perro vino a dañar tu operación envío, bueno y menos mal que no evacuó ahí mismo también, porque entonces era más peso. un abrazo amigo.
Mañana estaré serio. Publicaré sobre un juicio laboral dramático, donde se exponen los derechos del trabajador.
jajajajajjjaa si fuera yo me llevaba el perro, por lo que costó, my divertido.
un abrazo
Te llevas el perro? y qué va a ser de la dueña?
jajajajaja, inocente el perrito no sabía que con su peso el envio te saldría un poco más carito.........jajajaj......
AbRaZoS!!!!!!!!!!!
Los cuentos, cuentos son y los perros, perros son...que vagan llevando risas y también..peso! si se les deja, claro, ja ja ja
Felicitaciones por su cuento-relato.
Un abrazo
Lena
Walter me encantan tus anécdotas...REALIDADES ACASO?
Bueno recibe mis abrazos.
Se me encendió la lamparita y les propuse que fuéramos al corralón situado a media cuadra de distancia, y pedir que nos permitieran utilizar la imponente báscula para camiones, que se encontraba en el patio.
MUY BELLA PROSA
Jajaja... muy bueno, no falta un metiche jejeje... gracias por esas letras... saludos
Hola Marco. De nada. Pero no me dejes con la incógnita de qué es "metiche".
En un libro tengo un fragmento sobre los "gagones". La gente se asombra por los cuentos del folclor ecuatoriano. Lástima que no tengo oportunidad de conocer más.
Un abrazo.
No te molestes, que lo encontré. Saludos.
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