Obsesión

La realidad más perfecta jamás
podrá igualar a un buen recuerdo.

Corríamos una situación de vida o muerte.

El todoterreno de la Cruz Roja esquivaba a duras
penas los centenares de cadáveres que se arracimaban
sobre el campo de batalla.
Los obuses alemanes llovían desde un cielo demasiado
próximo al infierno sin hacer blanco, todavía, sobre un
vehículo atestado de heridos y personal médico.

No cabíamos dentro, era un auténtico hormiguero.

Una de las enfermeras tuvo que sentarse sobre mi
regazo, porque los soldados ocupaban los principales
espacios del jeep verde oscuro de bandera blanca.
Si sumamos a la rigidez de los amortiguadores la aspereza
del piso que rayábamos en esa suerte de huída podríamos
imaginar los saltos que dábamos dentro.

El vaivén de su trasero sobre mi sexo provocó una inesperada
excitación, que no quedó inadvertida.
Sin mediar palabra se arremangó la falda hasta hacerse la luz.
No vi su rostro porque estaba de espaldas, pero sí comprobé
su hermosa cintura y su fuego tan intenso.
Su extraordinario goce me elevaba a los cielos hasta el punto
del éxtasis. Cuando ella se desparramaba de placer sobre
mis pantalones se me erizaba la piel.

La gloria nos duró casi una hora, después salimos del vehículo
con la prisa de la supervivencia para no verla más...
La obsesión me embarga y me embargará para siempre.
No podré querer jamás a otra.

Aunque en este instante se me pusiera delante como era
entonces, con esa misma cintura...no valdría el recuerdo
que me invade desde entonces.