Sr. Escolopendra

Nasdlo F. Real



Nací porque perdí una apuesta

de la que Dios no pudo salvarme.

Así que nací a mi modo,

en batalla atroz con la serpiente

que me alimentaba

dentro del vientre de mi madre,

y tras varios meses de lucha

ella ganó.

 

Crecí sin talento alguno,

rodeado de los mejores vicios

y de una mala educación.

en calle aprendí las mejores virtudes;

el cigarrillo, el juego y el alcohol.

 

Logré amasar una pequeña fortuna

con ello construí un castillo,

y con sólo su aleteo

una mariposa lo derribó.

No tuve mas remedio que

quedarme a vivir entre los escombros

como rata en su madriguera,

aunque por fuera parezca

la entrada a una galería de arte.

 

La suerte regresó a mí

después de que alguien

la asaltara en su camino,

así que le ofrecí quedarse en casa

y por azar o por destino

murió esa noche

por una picadura de alacrán.

 

La fortuna me miró y se echó a reír,

nunca he sido un buen prospecto.

Todo mi patrimonio es un viejo reloj

que me heredó mi padre antes de partir.

No sé mucho del amor

solo me he enamorado una vez,

fue de una mujer excéntrica

de instintos clásicos y cuerpo básico

que amaba la poesía,

me lo dijo aquella noche en que la conocí.

Bebía cerveza y fumaba más que yo,

vestía una blusa gris escotada

falda corta, que dejaba mirar

sus piernas largas y poco gruesas,

con una sonrisa alarmante que

hacía que todos miraran su rostro

sin poner atención en su culo o en sus tetas.

 

La extraño, necesito decirle que

en las paredes de mi armario

guardo un cielo pintado a crayón,

adornado con palabras en vez de estrellas

nubes lentejuela y una luna de cartón.

Que tengo una escolopendra por mascota

que alimento con libélulas multicolor,

figuras de ajedrez en la repisa

y un tablero pintado en mi mesa.

Ella siempre pensó que éramos peones

tratando de llegar a la octava línea.

 

Ella era diferente

nunca necesitó de mí,

tanto que una noche se largó

diciendo que yo era un condenado

y que facialmente

encontraría a un hombre mejor que yo.

Sé que moriré asesinado

a manos de una pandilla de letras,

la poesía se ha vuelto muy violenta

así que siempre ando armado

con cigarrillos, pluma y una libreta.

 

No sé a dónde voy,

diario al salir de casa

escojo a un perro al azar

al que sigo a todas partes.

No soy del todo un vago

mucho menos delincuente,

aprendí un poco de aquello

cuando estuve preso

en alguna cárcel allá por los años 90

todo por culpa de María

que me acusó de robarle un beso.

 

No tengo más que decir

ya he dicho demasiado,

sólo vine porque estoy seguro

que en este hospital

está aquella mujer

que conocí hace años saliendo de un bar,

pues sólo en este lugar

podría encontrar a un hombre mejor que yo.

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  • Autor: Nasdlo F. Real (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 26 de julio de 2018 a las 21:56
  • Comentario del autor sobre el poema: [email protected]
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 98
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