Proa al infierno

Ron Alphonso

Proa al infierno

 

Gracias… a los que algún día se subieron al tren de mi vida,

a los que se portaron mal y a los que lo hicieron con elegancia.

Todos enriquecieron mi viaje,

de unos aprendí tolerancia, de otros constancia,

algunos no esperaron siquiera una estación para bajarse,

porque se lanzaron estando aún en movimiento.

 

A los que se pasaron de  buenos y me hicieron destornillar de risa,

pero también a los que por alguna razón,

abrieron las llaves de mis lágrimas

y las hicieron desbordar sin medida.

 

A los que tuvieron la prudencia de pasar desapercibidos

y a los que hicieron de su paso un carnaval.

Muchos se hicieron cómplices de mis locuras,

compañeros de picardías o parceros de pa'las que sea.

 

Hubo los que no aportaron mayor cosa, en mucho tiempo

y los que en muy poco, me llenaron de ricas enseñanzas.

Pasaron los que quisieron arrasar con todo

Pero también los que se excedieron en generosidad,

damas que me brindaron la oportunidad de ser padre,

el mejor ejercicio de mi vida.

 

Por alguna extraña razón,

aquellas damas que besaron mis labios con dulzura,

se quedaron en mi recuerdo, como madres de mis hijos,

engendrados con amor, aunque luego hayan tomado otros rumbos.

 

Qué bonito fuera que las fotos de la vida, nunca cambiaran

y a través de los años solo se actualizaran,

pero siempre con los mismos personajes,

más adultos, pero más felices…

 

Hoy puedo decir, que no guardo rencores, que jamás incubé venganzas

y siempre respete decisiones, por crueles que fueran en mi contra.

Comí todo lo que quise en la medida que se me antojó,

aunque no siempre en el momento deseado.

Bebí, fumé, hice el amor... menos veces que las que me hubiera gustado,

pero con más ganas que las que los envidiosos  imaginaron.

 

Jamás ocasioné mal a nadie,

aunque por culpa de mis decisiones, corrieron más lágrimas…

de las que hubiera querido provocar.

Creo que el balance me favorece y que estoy listo.

 

Eso será problema de... quien siempre me llevó de su mano.

el Dios al que aprendí a leer de niño, como cuando a los ocho años,

en que me perdí en la gran ciudad, sin conocimientos de

como llegar a casa y decidí caminar durante más de cinco horas,

tropezando con hechos y personajes que fueron…

una grata radiografía de lo que sería mi vida.

 

Por efecto de la profesión militar de papá,

se organizó un operativo de búsqueda,

pero algo en mi cabeza activó el chip del "gangster"

y cada vez que una patrulla de policía sonaba su sirena,

me escondía para que no me vieran y me llevaran por vago,

cuando aparecí… a media noche, mi madre lloraba huérfana de hijo,

mi padre solo dijo… es Alfonso…

 y creo que me amo un poco más, desde ese día.

 

Fueron muchos episodios en los que me perdí en esta ciudad cosmopolita,

conocí desde los templos más grandes e históricos,

hasta las calles del lumpen, donde el vicio y la prostitución campeaban.

Jamás consumí de ninguno de los dos.

La vez que probé la "mona",

nombre que le daban a la cannabis cuando estaba seca,

para poder ser fumada, me cayó tan mal,

que no fue necesario que me advirtieran, que no lo hiciera.

 

Nunca necesité advertencias,

siempre tome decisiones desde el conocimiento directo.

Me defendí de quienes me quisieron hacer daño,

sin dañarlos, con altura y lealtad,

si ellos se equivocaron no implicaba que yo…

fuera igual de necio.

 

Ya es hora de emprender el viaje final,

si hay quien… libremente… quiera  el crucero,

iré acompañado, si no, solo también se vive,

y pondré proa al infierno, como decía a los 15 años,

cuando salía de casa un viernes

y volvía de madrugada el lunes, para ir a estudiar.

 

Nunca se supo que pasó en esas horas,

pero las viví sin temor, ni limite, nada de que arrepentirme,

casi siempre solo, observando, callando, aprendiendo...

el último viaje, tampoco tendrá plan, eso lo hace fascinante,

será como el viaje que emprende el elefante cuando presiente que morirá

y como duda que alguien quiera cargar el fardo,

el mismo lleva sus volúmenes a donde no haga estorbo

y se queda a descomponerse tranquilo, para cumplir con la orden divina,

“polvo eres y a la tierra volverás…”

o como digo yo… nacemos de un polvo

y hasta que nos volvemos polvo… permanecemos aquí.  

 

Ron Alphonso

27 de julio de 2018

  • Autor: Ron Alphonso (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 27 de julio de 2018 a las 16:10
  • Comentario del autor sobre el poema: La realidad de la vida
  • Categoría: Reflexión
  • Lecturas: 12
  • Usuarios favoritos de este poema: migreriana
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