COMERSE AL MIEDO

El viento frenó el impulso,
al golpearle en el pecho.
Sintió la fuerza pararle.
Aún así, remontó el vuelo.
Y en un sublime arrebato,
de valor y de respeto.
Su majestuosa presencia,
voló libre al firmamento.

El miedo se paseaba,
por veredas y senderos.
Plácidamente acampaba,
donde vigilar atento.
Furtivamente acechando.
Preso a saltar sobre el cuerpo,
que se encontrara dispuesto.
Con las fauces babeantes,
de la ansiedad de poseerlo.

Tiembla el gorrión en el nido.
Cuando la madre se aleja,
en busca del alimento.
Tiembla, pues su instinto sabe,
que acechan para comérselo.
La madre vuela nerviosa,
al dejar sus bebes lejos.
Mira atrás mientras se aleja,
para ver a sus polluelos.
Bate las alas deprisa.
Quiere acortar el regreso.

Presas se ocultan las penas,
que roen los pensamientos.
Macerando entre los miedos.
Gangrenando los impulsos,
que van pudriéndose dentro.
Sofocando al corazón,
que quiere salir de pecho.
Amputando la razón,
que se debate en silencio.
Descoloridos anhelos,
encadenados al miedo.

Flota la negruzca sombra.
Ensombreciendo el valor,
que se retuerce por dentro.
Más la fuerza de vivir,
rompe las rejas de hierro.
Va creciendo el corazón.
Se hace más fuerte el deseo.
Los nervios cables de acero.
Frenan con su fuerza al pánico,
que en su interior va creciendo.

Voz que con fuerza se eleva,
desafiando a los vientos.
Corazón que se ennoblece,
si crece la dignidad.
Cuando el valor y el respeto,
van expulsando al intruso,
hecho de carne de miedo.
A. L.
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