Bosque encantado,
pletórico de vida.
Ausente de las cuitas,
que ocurren más allá.
Su frondoso follaje.
Muralla impenetrable.
En su densa espesura,
guarda la libertad.
Se quedaron sin voz.
Esas gargantas rotas.
Que a gritos reclamaban,
respeto y dignidad.
En la espesa maraña,
de grandes añagazas.
Quedan difuminadas,
libertad y dignidad.
Volaron las palabras,
a su libre entender.
Con miles de texturas,
que poder escoger.
Aletean en el aire,
como nómadas letras.
Que algunos interpretan,
y otros dejan correr.
Se fueron los principios,
a la negra espesura.
Ocultos en las sombras,
de la oscura penumbra.
Entre rastrojos solos.
A su albedrío perdidos.
Selvática ilusión.
Una pesada trama.
Los sepulta y esconde,
en un negro lugar.
Con los mimbres del odio.
Se fabrica la esencia,
que enferma el corazón.
Una sombra planea.
Sobre la insana mente,
que nubla la razón.
El alma se vacía.
Y el vacío se llena,
de miedo y de rencor.
Limpia y sana la herida.
Cicatriza la grieta,
que parte el corazón.
Desechando los flecos,
que cuelgan como andrajos,
evitando el perdón.
Una corriente de aire.
Disipara los humos,
que no te dejan ver.
Y abrazado al humano,
que sobrevive dentro,
volver a renacer.
Luz que empujas la sombra,
con titánica voz.
No te olvides del niño.
Que dentro de nosotros,
ensancha el corazón.
A. L.
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- Autor: alupego (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 4 de agosto de 2018 a las 00:18
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 20
- Usuarios favoritos de este poema: Aliciacarolinag, Mónica Ledesma Villegas.
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