Los tatuajes del tiempo...

Los tatuajes del tiempo…

Todos aquellos

divisados

en las larguras del tiempo

son figuras,

símbolos,

voces,

necesarias de gritarlas

y exponerlas

como apertura del alma

individual y colectiva

que no acepta

los silencios

y menos… los olvidos

- por eso, los estampa

- los dibuja

- los pinta

como mensajes abiertos…

Son recuerdos

para el que quiera

interpretarlos…

 

Es la sacra señal de vida

de un arte rupestre

como testimonio fiel

de  tiempos ya vividos

que quedaron estampados

en figuras arañadas

en roca antigua (petroglifos)

o marcados en recuadros de tierra

diferenciando tonos

y colores (geoglifos)

mostrando vida…

 

Las figuras dibujadas,

diseñadas y tatuadas

en la corteza de un árbol viejo

como corazas curtidas,

arrugadas,

llenas de heridas

y huellas…

Son tatuajes testigos

de algún amor joven

ya pasado

que ya no existe

que fue naciente

- exuberante

aunque igual se extingue

y se disipa o recuerda

en las brumas del tiempo

y de sus pasos.

Algún corazón flechado

casi sangrando

“te amo” como voz

y promesa escrita,

- tatuaje del amor  de juventud

postergado u olvidado ya 

caminando el tiempo

o marcando solo el primer paso

de más de un amor consolidado

que construyó familia

 

Tatuajes de colores

en pieles blancas

y también negras…

coloridas imágenes,

figuras reales

solo reflejadas

en pieles múltiples

doradas, alegre

a veces tristes…

No es en roca

ni es tierra,

es  en epidermis

sensibles

también impávidas

marcando anécdotas

historias, vidas

semejanzas,

compromisos…

 

La huella testigo de los pasos
es la presencia, 
la imagen sembrada
que ha crecido declarando historias
de mundos distintos,
de individuos
subsistiendo
en una suerte  de lucha 
de momentos y momentos

yuxtapuestos…
Es el desarrollo de siglos
sumando las minucias
del tiempo que se va 
corriendo veloz

o raleando los pasos
como absorbiendo
gota a gota

la lluvia
que va cayendo
con parsimonia

de silencios
de oración en gruta
levantada en recuerdo
de un conocido,
un amigo caminante

como uno mismo

que se desplazaba
por la misma senda
dejando huella
estampada en piel
roca, tierra,
o en el simple vuelo
de un pensamiento

en sueño de siesta

aletargando los tiempos

y memorias que quisieran

ser recordadas repuestas
en futuros tiempos