Dormida y casi rozando las flores a mano alzada,
viaja la vestida en gracia de la eterna noche de enero,
buscando lamer la llama de la vergüenza guardada,
en vasos de lana y cantos de terciopelo en su pecho.
A veces baila desnuda enredada en dos carnavales,
cantando piedras y flores a toda boca intocable.
Fuegos, cenizas y olvido son la medida en su seno,
dientes dispares y aliento de fuego tenso y sincero.
Regala a los niños ciegos de miedo y llantos violentos,
castiga a los más audaces lazos que caen de su pelo,
los pisa con tardes frías de olvido seco y sutíl,
y lanza hechizos pintados con arrogancia a los vientos.
En cada tarde muere de ardores tristes hinchados,
envueltos en trigo y sal por si vienen a buscarla;
descalza viaja brillando de risa cruel e insensata,
clavel, deseo y garganta, trueno de piernas malsanas.
- Autor: ger_art ( Offline)
- Publicado: 8 de agosto de 2018 a las 18:01
- Categoría: Surrealista
- Lecturas: 38
- Usuarios favoritos de este poema: Elena Nikkinen, Texi
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