Hay una voz que grita desde dentro.
No sé de donde sale, o no quiero saber.
Resuello que ruge desde el origen de los
tiempos, desde una era que no me
pertenece.
Los clamores suben desde las sentinas de
mi seso hasta el arco del triunfo.
Son inasequibles al desaliento.
Me exigen reinos que de ser entregados
darían al traste con lo más preciado:
Mi Libertad.
Me afano en hacer sordos mis oídos, en vano.
Resisto el embate de las olas con otras olas,
las que se encrespan desde los vientos del
pensamiento, que se empeña en arenosos
diques que la más de las veces perecen diluídos.
Desde el sosiego de la playa, allende el naufragio,
veo en lontananza ecos de gaviotas que anuncian
navegantes en desespero, que arrían sus velas a la
vista de poblado.
Les abro los brazos gustoso de la buena nueva, se
me arrastran clamando el maná de unos traguillos
de agua fresca.
Andrajos andantes se dejan acompañar hasta la puerta
de mi casa, que abro para que sirva de dulce morada,
de bálsamo a las heridas de la mala mar.
Con solo el roce del hogar y el aroma a garbanzos y
yerbabuena, sus cuerpos desfallecen de merecido
descanso.
Ya de eso hace unas horas, y todavía navegan al ven y
va de un monótono arrullo, de palomas bravías.
Morfeo les canta una nana.
¡Duermen como benditos que han bajado
del coro celestial para entonar armonías de sueño!
¡Ha sido tan dura la singladura..!
- Autor: Albertín (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 9 de agosto de 2018 a las 14:53
- Comentario del autor sobre el poema: ¡Qué frágil es la memoria!
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 26
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