Sentí los fríos dedos de la muerte agarrándome la nuca, mientras que a mi oído me susurraba con su voz helada y rasposa, que en mi pecho habían colocado un reloj, y que si prestaba atención, iba a poder escucharlo por las noches
-Tic, tac - repitió varias veces la dama fatua mientras se alejaba en la oscuridad, y me dejaba solo con un revolver en la mano
- Autor: Franco Bouzas (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 11 de agosto de 2018 a las 13:01
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 47
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