LENTA ANDADURA

Bajaba por la vereda,
impulsado por la inercia.
Sumido en sus pensamientos,
al compás de sus ideas.
El viento era favorable.
Y la brisa amablemente,
empujaba su silueta.
El sol bañaba su espalda,
rozando su vestimenta.

Sus pasos como redobles,
tamborileaban en la senda.
Tambores que en su cerebro,
anunciaban su presencia.
Al ritmo de sus pisadas,
un rictus se dibujaba.
Redoblando sus andares,
con un gesto de impaciencia.

Incansable caminante,
que vas hollando caminos.
Dejando atrás la existencia.
Marcando en cada pisada,
una impronta de destino.
Huellas a veces eternas,
otras caen en el olvido.
Algunas dejan heridas,
que no cicatrizan nunca.
Otras curten el carácter,
dando a cada andar más vida.
Pocas son las que nos dejan,
nuevos senderos de lucha.

Viajero que vas dejando,
rastro de tus aventuras.
Y cada señal que dejas,
queda fija de por vida.
Caprichosos los atajos,
que se apartan del camino.
Muchas veces sin retorno.
Otros van enriqueciendo,
cada latido y suspiro.
Acortando las distancias,
o agrandando el corazón,
de nuevos retos henchido.

Subía por la vereda.
El aliento contenido.
El corazón galopando,
cada vez a mayor ritmo.
Un paso detrás de otro,
hasta alcanzar su destino.
Los ojos como rendijas,
vívidas como latidos.
El rostro firme y resuelto,
aunque en el fondo sentido.

Huellas de infinitos pasos,
que vais haciendo camino.
Descubriendo nuevas sendas,
en los más remotos sitios.
Aunque no me deis atajos.
Dadme veredas, caminos.
De los que pueda aprender,
todos los tiempos vividos.
Que cada marca indeleble,
señale un nuevo destino.
Que mi andadura sea lenta,
más llena de contenido.
A. L.
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