Llegue a mi casa después de un largo día de trabajo. Madre dormía así que entre sin hacer ruido y me dirigí a la cocina.
En la alacena había un té que decía "dulces sueños". Últimamente no podía descansar muy bien así que pensé que iba a funcionar.
Calenté el agua y me senté en la oscuridad del cuarto. Disfrutaba de encerrarme en la noche, en el silencio y la penumbra, pensando en las todas las cosas del ayer, del hoy y del mañana. Y mientras me sumía en estos pensamientos, iba sorbiendo de a poco la infusión y me dejaba embriagar por sus efectos somníferos hasta que caí rendido por el sueño.
Iba cayendo por el tobogán letárgico de la quimera y las imágenes se congregaban a mi alrededor, cada vez mas claras, mas nítidas. Cuando mis pies tocaron el suelo reconocí el escenario que tantas veces me había torturado en sueños y tantas veces me había complacido en el pasado. Tales eran mis ambivalentes emociones por aquel lugar que cerré bien fuerte los ojos para intentar escapar de ahí.
La singularidad de ese momento es que esta vez, la voz que escuche, no me reprochaba todas las fallas que había cometido cuando mi dichosa vida era compartida con ella, en cambio, en mis oídos sonó un melodioso saludo y alrededor de mi cuerpo sentí el calor del suyo, y su figura apretada contra mi espalda.
Abrí los ojos y vi sus preciosas manos en mi cintura y en frente mio, las personas que una vez considere mi propia familia, a pesar de no compartir la misma sangre, sonriendo al verme ahí.
Ella me saludo y sus voluminosos labios dijeron que me echaban de menos.
Mi alucinada cabeza no podía asimilar la situación. Anteriormente, lo normal hubiera sido que una lluvia de reproches o un desierto de palabras, me destruyeran el pecho, pero esta vez era distinto y yo tenia completa conciencia de mis facultades.
Con el corazón acongojado me disculpe por estar ahí, pero antes de poder salir, en un coro acogedor me dijeron que no me vaya. Todavía tenia tiempo de disfrutar un momento con ellos, y como tampoco tenia a donde ir realmente, allí me quede, intentando olvidar las penas y los miedos del pasado y disfrutando de ese momento de tan grande dicha.
Así que nos quedamos charlando en el patio, mientras un sol etéreo flotaba inmóvil sobre nuestras cabezas. Las voces, los olores y la sensación de estar ahí eran tan reales para mi, que olvide que me encontraba soñando y al ver la hora, recordé que se me hacia tarde y me despedí.
Ellos, tristes por mi partida, me acompañaron hasta la puerta y se despidieron.
Tenia que tomarme el tren para llegar a mi casa y mientras caminaba, ella, que todavía conserva gran parte de mi corazón, quiso acompañarme.
¿Y como iba yo a negarme a tan idílica compañía?
Así que fuimos, subimos al tren que esperaba en el anden y charlamos. Le confesé que estaba contento con que haya podido seguir con su vida, que sabia que otro ocupaba el lugar que una vez yo ocupe, y que me gustaría poder lograr lo mismo con mi vida. Ella me acaricio el rostro y con un beso en la mejilla, me dijo lo que tantas veces me había dicho cuando nuestro imponente amor aun vivía. Esas dulces palabras que a mi tan bien me hacían sentir.
Una voz mecánica anuncio que la siguiente parada era en la que yo me bajaba.
Lleno de melancolía me despedí de ella y me aleje hacia la puerta, pero al abrirse, contemple el vació abstracto que había frente a mi y una oleada de adrenalina invadió mi cuerpo.
Había olvidado de que estaba todavía soñando y que esa puerta era la salida hacia la atroz realidad. Con todas mis fuerzas peleé contra el magnetismo que me obligaba a salir y corrí por el tren buscándola desesperado.
Me precipite por los vagones rápidamente, esquivando a los pasajeros que , como sombras incorpóreas, se desvanecían a mi paso. Me deslice bajo los brazos y por las espaldas rápidamente antes de que llegara la próxima estación.
Entre tanta oscuridad, logre ver la luz que irradiaba y aligere el paso hasta llegar a ella, que cada vez se esfumaba mas de mi coma divino.
Sin dudarlo la tome en mis brazos y mientras le susurraba que me perdonase, la bese con cada parte de mi alma y cada pedazo de mi corazón que latía con una intensidad desmedida. Sentí sus labios contra los míos como si realmente la estuviera besando y deseé no volver a despertarme nunca mas y poder morir viviendo ese loop toda la eternidad.
Pero la sombra de la realidad invadió mi mente y lentamente volví a despertarme con el espíritu descompuesto, sabiendo de que había tenido el sueño mas vívido y hermoso de mi vida, pero que ya todo había terminado y la realidad me golpeo fuerte en el pecho, llenándome de cicatrices. En mis ojos se reflejaba el lamento de mi ser al deambular por mi casa consumido por mi existencia.
Me dirigí a la alacena, donde la noche anterior había encontrado el té y lo arroje a la basura embravecidamente para que nunca mas me tiente la promesa de volver a vivir tan sagrado instante.
- Autor: Franco Bouzas (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 13 de agosto de 2018 a las 11:16
- Categoría: Amor
- Lecturas: 31
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