Y junto al trago de whisky rodó una lagrima por mi mejilla, al igual que las gotas frías por el vaso lleno de hielo. Ella estaba lejos de mí, y yo lejos y ausente de ella. Y juré esa noche no volver a besar el borde del vaso whiskero como si fueran sus labios, no mirar el brillo del hielo húmedo como si fueran sus ojos negros.
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