Casi nunca hago caso a mi estómago
cuando me pone los pies sobre la tierra
desordenando mis impulsos.
No escuchar
a veces forma parte
de mi trato con la vida,
al menos como primera opción,
así que también pasé por alto
tus susurros en mi oído.
Obviando que posiblemente
tuvieras razón
una vez más,
y que por lo tanto
mis quimeras
estuvieran por encima de la realidad.
Lo cierto es
que echo de menos tus labios
tatuando mi espalda
en un click descontrolado
y han pasado ya
varias lunas nuevas
y algún amanecer a solas.
Quizás,
no quedarme en tu cama
mientras acariciábamos la distancia
con las manos frías
no significó huir,
tan solo fue ponerle alas a la vida.
Comentarios1
¡¡Precioso poema!!.Saludos cordiales.
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