La soledad que amaba el hombre,
la que rara vez de él se alejaba;
por más que intentase no lograba
conciliar la paz al oír ese nombre.
¿De qué nombre se puede tratar, mujer?
Unos cuyas siete letras me hace
sonreír y sugiere que enlace
mi vida al hoy, olvidando el ayer.
Es el tuyo, así siempre ha sido,
desde que lo pronunciaste aquel día
mi soledad ha tenido compañía.
Y lo que creía ya perdido
recobra su extrema fortaleza
y ahora,tu nombre vive en mi cabeza.
Comentarios1
Precioso!
Hola. Gracias Micaela. Un saludo desde Venezuela.
Más saludos desde Argentina, escribes brutal y me encanta! Gracias por embellecernos el alma con lo que haces.
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