Era un atardecer tan reluciente como el propio sol en el mismo cielo azul. Y en el monte y en la pradera un río de agua de un rico manantial. Era hermoso entre el frío y el calor de medio día del día de ayer. Y en el horizonte una mirada tan cristalina como aquella agua de cristal. Y se hizo como el cielo, y más aún, tan hermosa como el cielo de vidrio y tan transparente como el mismo rocío del amanecer. Y fue por aquella vez, que se hizo granizo en el cielo, y cayó lo que en apocalíptico momento se tenía que observar. Y era como el cielo o como lo invisible de poder ver y creer. Era el agua de cristal, que aún navegaba entre su cauce, era tan real como las lágrimas de los ojos, tan real como el rocío del amanecer y más aún como el cielo mismo. Entonces, sucumbió en distracción todo aquello que se llamaba agua de cristal para convertirse en un hermoso y de una corteza tan dura como lo es el hielo en una cubeta para el refrigerador.
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Autor:
EMYZAG (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 20 de agosto de 2018 a las 00:02
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 21
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa, Maria Hodunok.
Offline)
Comentarios2
Muy hermosa y didáctica tu obra literaria estimada Zoraya
Un placer pasar por tus letras
Saludos de amistad
El Hombre de la Rosa
Maravilloso Zoraya.
Cuantos cuentos, relatos nos estás regalando de una belleza extraordinaria.
Este te ha salido con un toque de romanticismo magistral.
Me encanta leerte, poetisa.
Muchos abrazos sinceros.!!!!!
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