[Narraciones de Claustro Universitario y Extramuros Académicos]
Por Alberto JIMÉNEZ URE
En la Universidad de Los Andes, ni siquiera el «Rector Magnífico» Pedro Rincón Gutiérrez [que fue un médico muy querido] habría podido ordenar la instalación de un consultorio para atención psiquiátrica de quienes laborábamos en el Edificio Central del Rectorado. Ello pudo evitar muchos problemas, desencuentros, enfados, enredos, sufrimientos y la presencia de personas en funciones de mando con trastornos severos de conducta.
Cuando Miguel Rodríguez Vellenave fue nuestra máxima autoridad académica, nombró Director General del Rectorado a un profesor con graves problemas mentales: empecinado en socavar la paz laboral del área. No sé si está vivo. Era alto, de mirada arrogante y una mueca de disgusto inseparable de su oblicuo rostro.
No me preocupó su presencia, porque las autoridades universitarias anteriores nunca obstaculizaron mis quehaceres literarios o periodísticos. Pero, no tardó el Señor Pesadilla en diligenciar ante la secretaria de Prensa que necesitaba hablarme. Fui a su despacho.
-Adelante, Albert –parco, pronunció-. A partir de esta nueva gestión rectoral, no podrás continuar privilegiado. No harás lo que te plazca sino lo que se me ocurra. Por ejemplo, si quiero que te desnudes me complaces. Si necesito que lustres mis zapatos, también. Tengo en mis manos tu «Expediente Literario» […] Me importa un carajo que hayas publicado más de veinte libros.
Por momentos, creí que el tipejo bromeaba. Pero, me mostró el expediente que luego corrugó y tiró al cesto de la basura. También extrajo de una gaveta varios de mis libros y repitió su agresivo e inconcebible acto.
-Sabes que no soy homosexual, Pedro –le respondí sin alterarme-. Si necesitas uno, búscalo fuera del Rectorado y págale sacie tus fantasías carnales. Tampoco soy limpiabotas.
-Tienes dos lindas y pequeñas hijas, Jiménez Ure. Orgulloso, las exhibes. Las he visto jugar por los pasillos del Edificio Central del Rectorado. Si no haces todo lo que te ordene, simularé que has cometido cualquier hecho punible para levantar un informe sancionatorio y destituirte. Tus niñas «sufrirán hambre», porque no tendrás dinero para comprarles alimentos hasta cuando no te contraten en otro lugar.
Me levanté de la butaca giratoria y salí de la oficina de Pesadilla. No regresé a «Prensa Institucional», sino me dirigí, presa de una súbita y fortísima depresión, hacia el consultorio de mi amigo psiquiatra Evaristo Valero [durante aquellos años, 1997-1998, ejerció funciones de Director General del «Doctorado en Psiquiatría del Hospital Universitario»]
Valero me invitó almorzar y conversamos sobre el incidente que produjo me deprimiera. En el restaurant redactó un informe médico mediante el cual anunciaba que, a partir de esa fecha, yo tenía permiso laboral remunerado por tiempo indeterminado. Dejándome frente al edificio donde yo residía, sentenció:
-No regresarás a Prensa de la Universidad de Los Andes, Albert, mientras el Rector Rodríguez Villenave y Pedro Pesadilla ejerzan funciones administrativas en nuestra universidad.
- Autor: DEMÓDOCO ( Offline)
- Publicado: 24 de agosto de 2018 a las 08:48
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 29
Comentarios1
Imagino que la envidia y el rencor hacen presa de las mentes desequilibradas, no hayo otra mejor razón.
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