COMO UNA NORIA

Desesperado el mortal,
se acuesta con la codicia.
Acaricia lo banal,
viendo solo lo que brilla.
Y en su torpe deambular,
de la belleza hace astillas.

Roza los mundos sutiles.
Ronda a veces el saber.
Más no se detiene a ver,
la verdad de lo sencillo.
En efluvios de ilusiones,
va bañando sus sentidos.
Y hace del amor canciones,
nadando entre los delirios.

Ignora el mortal la esencia,
que emana de los demás,
Y preso en su cascarón,
del otro hace caso omiso.
El rencor torna en ausencia,
de cualquier clase de amor.
En su tardío despertar,
tan solo mira su ombligo.

No se rinde a la ignorancia,
quien sus miserias acepta.
Asumiendo los errores,
como la vida el asceta.
En la alocada carrera,
por poseer las riquezas.
Va despreciando la ciencia,
de la Tierra que le acoge.
El tiempo atrapa la vida,
ignorante de su goce.
Y cuando llega al final,
solo quedan los reproches.

Siembra el Hombre la semilla,
en los campos que transita.
A veces son bellas flores,
otras son plantas malditas.
Muchas son puras verdades,
a menudo feas mentiras.
En la noria de la vida,
los cangilones se llenan,
con quimeras y alegrías.
Y en cada giro recogen,
lo sembrado cada día.

Canciones que se repiten.
Pertinaces melodías.
Como audaces letanías,
que van cincelando el viaje.
Sonoros los sinsabores,
que siendo mudos nos gritan.
El llanto que va creciendo,
en los rincones arcanos,
donde se enfrentan las vidas.
Cuando los mismos hermanos,
presos del odio se humillan.

Corazones de papel,
con trazos de mantequilla.
Suspiros de ambigüedad,
como brumas sibilinas.
Pesado es el caminar,
cuando se pierde la senda.
Y en el centro de la noche,
cuando el cansancio te obliga.
Se acercan las realidades,
a los sueños que existían,

Así la vida va andando.
Paso firme o de puntillas.
Tropezando y levantando,
las piedras que la limitan.
Tozudamente orgullosa.
Por encima de mentiras.
Sobrevolando sin rumbo,
como un águila perdida.
Pero tenaz y constante,
como una rueda infinita.
A.L.
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