Una daga de fuego,
atravesó la Luna.
Una herida profunda,
en su carne de plata.
Y la esencia de nácar,
que rebosa la herida,
los espacios inunda.
Señalando la culpa,
de la ardiente cuchilla.
Se marchitan las hojas,
de la esbelta amapola.
De bermellón henchida.
Va sembrando de sangre,
las extensas campiñas.
El viento las cimbrea,
con sutiles caricias.
Lentamente se tornan,
de rojas a amarillas.
Una sonrisa amable,
se dibuja en la orilla.
En la orilla del labio,
que en la negrura brilla.
Un suspiro se escapa,
como una leve brisa.
Y en el aire marchito,
de la atmósfera fría.
Dibujando unos labios,
va dejando la risa.
Ha dejado una estela,
la fugaz maravilla.
Un sutil parpadeo,
ha cambiado la vida.
Las heridas se cierran,
con la sangre precisa.
Y en los párpados tiernos,
que vibran como espigas.
Se debaten las lágrimas,
para ser reprimidas.
Manantiales salinos,
que el amor necesita.
Un quejido se oye,
allende las colinas.
Un grito se prolonga,
como una boa infinita.
El latido profundo,
saliendo de la sima.
Las voces que reclaman,
la sagrada justicia.
Y en la noche del sueño,
cuando la Luna brilla.
Se han quedado colgando,
las torpes pesadillas.
Ha explotado la rosa,
con la luz que la anima.
Reventó la pradera,
de verde hierba ungida.
Va creciendo la vida,
en la estepa fundida.
Y en la selva profunda,
donde el misterio habita.
Se despiertan los sabios,
con las voces que gritan.
Sombra y luces se alternan,
en una eterna liza.
A.L.
http://alupego.blogspot.es/2
- Autor: alupego (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 27 de agosto de 2018 a las 05:06
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 52
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