La mirada perdida,
como buscando nada.
Persiguiendo el vacío,
que galopa hacia el alba.
En el andar la prisa,
del que solo se afana.
El espíritu ausente,
de una piedra sin alma.
Una vieja chalupa,
que sin rumbo resbala.
Con los mástiles viejos,
y las velas ajadas.
Una sombra chinesca,
reflejada en el agua.
Y una voz que se corta,
en la tarde lejana.
La verdad es la nube,
que se muestra cercana.
Con los flecos de brisa,
que acarician su cara.
Su reflejo se escucha,
se palpa su mirada.
Y el sabor es tan fuerte,
que la garganta abrasa.
Verde oliva del sueño,
que esperando a mañana.
Se ha quedado entre rejas,
como naves varadas.
Compañeros fugaces,
que por la vida pasan.
Y en el verso atrevido,
que escribirá con rabia.
Se filtrará el deseo,
que moverá la máquina.
Se quedó la hoja en blanco.
Solamente unas rayas.
Una escena sin grasa,
con las manos trenzadas.
La ansiedad que te asfixia,
que amputa la trazada.
La mirada hacia adentro,
como buscando el karma.
Y la gota malaya,
que te atraviesa el alma.
Unos versos bailando,
como en un holograma.
Y el rurun de la noche,
que al silencio acompaña.
Se han abierto los ojos,
que destapan la cara.
Y el cerebro se estira,
como un fuelle que habla.
A.L.
http://alupego.blogspot.es/2
- Autor: alupego (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 1 de septiembre de 2018 a las 04:53
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 73
- Usuarios favoritos de este poema: Sinediè, Henar Tejero Pascual
Comentarios1
Mucho Alupego.
Lo he leido tres veces y no me cansa.
Me alegro que te guste.
Gracias.
Un cordial saludo
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