Ninguna
Un manifiesto sonrojo invadió
mi rostro, y perdí las pocas
fuerzas que aún me quedaban.
Petronio
Si vas a una casa demasiado lujosa,
llena de cuadros, alfombras y cojines,
desconfía.
Si en esa misma casa, sin conocerte,
te invitan a tomar el té
o cualquier bebida espirituosa,
desconfía.
Si te sientan alrededor de una gran mesa
dispuesta para un inocente juego de cartas,
desconfía.
Si ves que por las puertas laterales
entran y salen primorosas chicas medio vestidas,
sonriendo y saludando candorosamente,
desconfía.
Si al estar sentado junto a la mesa
sientes que una mano femenina
resbala entre tus piernas
con dirección segura hacia el falo,
desconfía.
Si esa misma mano te abre la bragueta
y empieza a masturbarte pausada y vigorosamente,
desconfía aún más.
Desconfía,
porque en ese mismo instante
la compañera de aquella mano que oprime
tu ya casi derretido falo,
sustrae, sin que te des cuenta, el alma de tu cartera,
y estás a punto de ser botado a la calle
por dos atléticos guardianes,
sin ninguna explicación.
Comprenderás entonces que caíste en una trampa
siendo cliente involuntario de un prostíbulo
que mejora sus ganancias con un discreto garito.
- Autor: 000 (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 4 de septiembre de 2018 a las 11:49
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 20
Comentarios1
Oda breve a la desconfianza.-Didáctico como siempre.
Hola Luis: ¿Será que no puedo ocultar mi vocación de docente? ¡Jajaja!
Gracias por tu comentario.
Recibe un cordial saludo.
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