Era una noche tormentosa, de niebla fría y bruma espesa. Las ninfas del bosque, llamadas las Floringita, salen del bosque a hacer reír a los presentes en el bosque. Una de ellas hace unos malabares para adentrarse e interiorizarse muy dentro de la gente. Un joven llamado Kiyú, vá de espectador al siniestro enlace. Y se le adentra la ninfa, la noche es impetuosa, clandestina, horrorosa, y fría. Suda extremadamente en el amanecer, el sol en flavo color y extremadamente frío queda tan desolado, inerte e intenso. El bienestar se convierte en malestar cuando se gana la osadía del día. La ninfa se convierte en Kiyú, y Kiyú se siente tan denso, frío, intenso, y claramente como la ninfa. Pasa el día, y él decide regresar al bosque. Las conoce como si fueran de la infancia, y, más aún, como un tormento de luces tan frías como el mismo desierto. Y se da la ninfa en el cuerpo de Kiyú, el atardecer en el ocaso frío, y desolado e inerte como el viento o el levante del imaginativo del desierto. Las Floringita, se dan como las ninfas más deseadas de la aldea, y más bellas del bosque azul. Las Floringita, dicen una santa y religiosidad del infinito que calla junto al rey de la comitiva de las ninfas del bosque que decía así, -“num, num, num che mi cielo l’essenza de mio cuore”-. Y las ninfas se interiorizan desde sus funestos ademanes fríos, hacia el cuerpo de los presentes. Y Kiyú, se intensifica más su poder, de ser y de merecer a un cuerpo como aquél joven hermoso.
- Autor: EMYZAG (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 5 de septiembre de 2018 a las 00:05
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 11
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