Cuando las palabras pausan su ruido, la música entra en la conversación.
Devuelve a la memoria las emociones sentidas, y las pasa por el filtro policromado, que otorga pureza a nuestra luz interior.
Se instala el comfort, esencial, que nos lleva, astuto, a ilusionarnos de nuevo.
Como un entretiempo, que ayuda a digerir recuerdos, atorados en el conducto lacrimal.
Como el postre perfecto, etéreo, que apenas endulza, pero pervive en la punta de la lengua.
(miguel puigcorbé)
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