Embriagado por el licor de las ratas de la indiferencia
Qué ignoran mi lamento de niño viejo,
Mi habitación y su cruel hedor transmiten viejas poesías
De tiempos junto a prostitutas qué un día cobijaron mis sueños
La puerta del cielo está cerrada, el vuelo no fue tan alto.
Veo las grietas y la choza mortecina que atrapa mis gritos
De desesperación, no alcanza el sol a iluminar mi decadencia humana;
Pues no queda carne sobre mí ser.
La disyuntiva de elegir mi muerte es cada día más innecesaria,
El suplicio golpeó fuerte y el aposento me recogió hambriento;
Soy comida para los gusanos y excremento para los perros
Qué orinan sobre lo que queda de mí.
Fríos ojos observan mi final, como si fuese un espectáculo
Teatral. Quizá la vida es una muerte sin igual o el bello deleite
De la individualidad egoísta, como la caridad, ¿Es preciso leer este escrito en el
Tormento de un lamento? ¿Sentir el tibio aroma de los muertos?
Embriagado por el licor de las ratas de la indiferencia, cada día soy una más de ellas.
- Autor: Escritor mediocre ( Offline)
- Publicado: 13 de septiembre de 2018 a las 22:10
- Comentario del autor sobre el poema: De vuelta, aunque nadie lo note.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 39
- Usuarios favoritos de este poema: Micaela, Ana Maria Germanas
Comentarios2
Gracias.
Gracias a ti Micaela.
Me gustó tu precisión, vivo algo parecido...
Tu texto, es lava ardiente, que no me deja indiferente ...
Este personaje,al que te refieres, es para mi el filo de una espada, que debiera traspasar, la indolente mediocridad, desde donde emites tus gritos ....
Fuerte, fortisimo...y tremendamente doloroso, tu relato.-
Te dejo un muy calido abrazo.-
Gracias, un fuerte abrazo para ti compañera.
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