A ti hombre de bien,
que inocencia reprendió ante crueles palabras
(a tu espíritu aventurero olvidado).
Tu madre dejó de ser la cueva de la cual te refugiabas,
te observa, es el antónimo de tu vida
y ahora es quién desea estar en tus graníticos brazos.
Tu balón detrás del viejo roble, sin aire, sin dueño,
como lo es tu corazón sin esperanzas, sin nada.
Los pósteres aluden el inventario de tu infancia
—héroes, villanos.
El cálido sobo regala retentivas para adentrarse en ellos.
¿Te diste cuenta?
Perdiste el mundo de vista, te estremeces.
Renunciaste al niño y a sus sueños, a su suerte.
A ti hombre de bien, ¿Qué te ocurrió?
Dime qué te hace tan diferente, tan superior...
tan exhausto de vida. Sedentario, destructivo
y entre vino y vino.
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Autor: Lluvia B. Espinoza Morales
- Autor: Lluvia Briseida ( Offline)
- Publicado: 14 de septiembre de 2018 a las 15:20
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 34
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