¿Qué somos?
¿Acaso somos fuego, somos llama?
Quizá seamos la cura de nuestra propia enfermedad.
Somos amantes de lo ajeno
de aquella persona que alguna vez vendrá para hacernos arder
pero no para combustionar en efímeras nubes
allí donde el tiempo lo borra todo, manchando de nuevo otro corazón.
Vendrá una llama, un fuego que nos envolverá entre eternas ascuas
allí donde la risa sea hábito y testigo de nuestro andar
de nuestro camino.
Habrá una llama incandescente que siempre brillará, aunque dejemos este mundo
pues nuestro recuerdo prevalecerá sobre el tiempo
en aquellos robles marcados, en esos bancos donde dejamos huella y carmín.
Dejaremos una marca en camas y sábanas aunque se desvanezcan
pues el recuerdo será cobijo de todo
nos resguardará del frío, de la lluvia
nos dirá al oído que nos acurruquemos si aprieta el frío, que bailemos bajo la lluvia.
Nos susurrará que besemos fuerte, sin miedo
que él se encargará de que nada borre nuestras huellas
el barro al pasar por una tormenta
aunque cure, o aunque duela.
Aunque nos vayamos, aunque la Tierra y el Universo se acaben,
los recuerdos no lo harán, aún intentando no rememorarlos.
Pues el recuerdo no nos pertenece, es libre
sólo obedece al amor.
Si el amor entre nosotros yace
en aquel parque, en ese banco
en los portales con olor a lirio y rosas, en esos bailes sin fin...
que continúan danzando en nuestras cabezas.
Si yace, la huella será imborrable
el viento en vez de barrernos, nos enseñará a volar con él.
Yo seré agua que queme el frío, tu serás el fuego que alivie el irascible calor.
Seremos amor y recuerdo
aquel momento en una esquina donde nació un fuego, un beso imposible de derretir.
Ese beso marcó el paso
marcó las pautas para pintar con el pincel
para esculpir con un cincel
para escribir estas hojas blancas y claras
igual que las sábanas que fueron nuestro cobijo en noches eternas.
Tu presencia ensalza la belleza de lo efímero
pues sé que el tiempo es eterno, pero nosotros no.
Ahora la realidad es otra
tú ya te has ido y yo me he alejado
cerré todas las puertas con lágrimas en los ojos
apostillé todas las frases que decían que todavía no te habías ido.
Cada noche y cada día que pasa pienso en que te has ido
pero sé que no es verdad, me cuesta reconocerlo.
Ahora estoy celoso
celoso del tiempo que te atrapa, del viento que te lleva en volandas.
Celoso de las tardes de domingo en la cama, de tu cama
de las hojas que apartabas hasta llegar a la rama
a la raíz, al tronco, al corazón de todo.
Estoy celoso, sí, lo admito
pero son celos que no atrapan, es envidia de tu entorno
de la vida que pasa
de los pasos que ya no puedo seguir
de un corazón que se va partiendo hasta esconderse en casa
hasta no volver a salir nunca.
Podredumbre que mata, soledad verdadera
mi fiel compañera.
Nunca llegué a tiempo a nada
estoy celoso de ti, tengo envidia de tu amor
envidia de que hayas podido irte
de no haber llegado a tiempo.
Pero en el fondo sé que todo pasa y que te tengo que dejar ir
así que vuela, vuela lejos, vuela sin mí.
- Autor: Moliner Vallés (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 15 de septiembre de 2018 a las 16:07
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 27
- Usuarios favoritos de este poema: Ana Maria Germanas, Texi
Comentarios1
Perdurar...una inefable iluson...
Todas y cada una de tus estrofas, crearon en mi sensaciones y emociones.-
gracias,...un placer leerte.-
Un abrazo.-
Muchas gracias. Un abrazo.
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